CGT

La CGT Con Bronca y Organización

*Por Gustavo Ramírez

El micro estadio de Ferro fue escenario del plenario de CGT. Un hecho trascendente para el Movimiento Obrero. El clima, como todo acto que organiza el sindicalismo peronista, se templó por el colorido y los cánticos representativos de cada columna. Claro que el ambiente no era festivo. No hay motivo para celebrar.

La prensa tardó en acceder. El debate necesitaba desarrollarse en el fuero íntimo. Cosas que el periodismo empresarial no comprende con facilidad, como tantas otras cuestiones. Las exposiciones encendieron la mecha y las tribunas bramaron con el clamor de “paro general”. Los primeros en abrir el fuego fueron Sergio Palazzo y Omar Plaini. Y ese dato, que puede y debe leerse como un acto político, no es menor.

Juan Carlos Schmid reconoció necesidades pero pidió, ya no prudencia, sino inteligencia. La conclusión fue que para combatir a la derecha neoliberal se necesita organización. “No seamos ilusos” dijo el dirigente en referencia al impacto que podría tener un nuevo paro nacional en la política del Gobierno. Para el Secretario General de Dragado y Balizamiento el gobierno de derecha no va cambiar nada.

Distintos disertantes del interior del país reflejaron las necesidades urgentes que tienen los trabajadores. No sólo se pidió por una medida de fuerza, también se reclamó por un Confederal que organice y retome el plan de lucha. En ese sentido quien se comió la escena fue el titular de APOPS, Leonardo Fabré. Su proclama empujó el grito contra el gobierno neoliberal pero no dejó de señalar lo mal que le cae éste Triunvirato, al que respeta, pero con el que no comparte formas de conducción.

La puja interna de la Central también se hizo notoria en el escenario de Ferro. El discurso de Daer no fue recibido con beneplácito. Entre silbidos y abucheos el dirigente trató de hacer oír su postura. El reclamo fue el mismo: Paro General. Sin embargo ese reclamo no apunta a la CGT como crítica solamente, esa exigencia tiene que ver con el padecimiento de las bases. No obstante, los dirigentes también exigieron una autocrítica a los trabajadores que votaron por éste modelo.

No hay puertas cerradas y  nada es lineal ni determinante en el sindicalismo. La CGT está caliente. Se nota. Los discursos contra el gobierno son mucho más frontales y determinados. Como lo fue éste plenario. Aun con sus defectos esta CGT busca una unidad para confluir en la acción. El plenario no fue un hecho burocrático, ni un acto de coyuntura. Respondió a la necesidad de comenzar a articular un plan de lucha que represente al conjunto de los trabajadores.

La resolución se plasmó, no sólo en un documento, donde se rechaza toda intención de buscar la flexibilización laboral por parte del Ejecutivo. Se ratificó la marcha del 22 de agosto y la posterior organización de un nuevo Confederal para determinar, ahora sí, un plan de lucha para resistir contra el neoliberalismo.

La CGT está caliente. Hay bronca, mucha bronca y eso es sano, ya no solamente para el sindicalismo sino también para el peronismo. A diferencia de otros encuentros éste representó un punto de inflexión. Sobre todo para lo que se avecina luego de las elecciones de octubre. Hacia adentro y hacia afuera la Central Obrera es un volcán en ebullición. Un síntoma de buena salud para el Movimiento Obrero.

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