Opinión

Igualdad después de la resistencia

*Por Juan Manuel Martínez Chas

El 27 de octubre los argentinos han dado vuelta a una de las páginas más oscuras, en términos de pobreza, desigualdad y exclusión social, de la que tengamos memoria en la historia argentina.

Obviamente, la noche de la Dictadura Militar iniciada el 24 de marzo de 1976, fue el prolegómeno que engendraron los modelos neoliberales de una Argentina para pocos.

El nuevo hegemonismo de la derecha, a la luz de la globalización tecnocrática mundial y de un individualismo basado en el marketing, tuvo su primera experiencia fallida en la República Argentina.

El 10 de diciembre del 2015 asumió en el país un gobierno de  derecha con ideología puramente neoliberal. Pero, a su vez, mezclada con un conservadurismo atroz en materia política, que desconoció los pilares fundamentales de la República y sometió a los poderes del Estado a la decisión de los gerentes de las grandes multinacionales. Los pobres fueron el banquete sobre los que se sentaron los CEOS del capitalismo financiero y de los servicios públicos, a los que benefició este gobierno que comienza ya a irse por decisión de los argentinos.

Sin duda esta primera experiencia, a través de las urnas, nos debe hacer pensar y recapitular sobre el modo de construcción política. Sabíamos que el peronismo unido, conjuntamente con las organizaciones sindicales y los emergentes  movimientos populares, era la garantía del triunfo. A ellos debemos que el pueblo argentino haya podido resistir y que la magnitud de la crisis, el hambre, la desintegración de la familia, la falta de trabajo y una política que pisoteara a los más humildes, no fuera más  grave aún que la proyectada por el gobierno nacional.

 Como gusta decir al Secretario General de la Confederación de Trabajadores de la Economía popular, Esteban “Gringo” Castro, es falso que el modelo fracasó porque no hicieron el ajuste necesario, en el momento adecuado. No pudieron.

No pudieron por la resistencia en las calles, por la movilización popular, por la memoria histórica de los trabajadores y de los Movimientos Populares, que nunca se resignaron a vivir en una Argentina sin pleno empleo, sin dignidad y sin respeto a los Derechos Humanos. Fundamentalmente con una memoria construida desde abajo como el reflejo de aquel 17 de octubre que nos implantó que este país solo era posible desde el subsuelo de la Patria que se sublevara contra la injusticia.

Vemos, además, una situación en Latinoamérica donde se vuelven a mezclar las necesidades del “gran” país del norte, Estados Unidos, con las recetas fracasadas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que ya han sumido a los pueblos en las más grandes desigualdades y en modelos de producción y  desarrollo, que no solo son insostenibles desde el punto de vista humano, sino ambiental como lo menciona el Papa Francisco.

Nuestra construcción deberá ser una construcción amoldada a los nuevos tiempos. Asentada en el criterio más amplio del Movimiento de los Trabajadores, de un peronismo que debe afrontar las etapas de un nuevo desafío  que nos implica desde la tecnología hasta la economía popular. Desde la integración regional, con un verdadero federalismo, hasta los problemas ecológicos. Desde los problemas urbanos hasta pensar la comunidad ,el territorio y la cultura desde el punto de vista la diversidad de nuestros territorios, de un pueblo diverso y que necesita de un Federalismo real.

De un país que es multicultural y que se debe asemejar mucho más a América Latina en su forma de pensar y de revalidar las consignas de la Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, pero a su vez debe afrontar los desafíos que implican volver a industrializarse desde una perspectiva humana donde el hombre sea quien domine la tecnología para beneficio de los hombres y mujeres que habitan el suelo argentino.

Debemos incorporar tecnología, pero esa tecnología deberá ser puesta al servicio del hombre. Un modelo tecnocrático no puede excluir ni descartar, debe consolidarse sobre la dignidad de la persona humana y los Derechos Humanos fundamentales. Especialmente realzar  la calidad de nuestra democracia hacia los derechos sociales, culturales y ambientales que seguramente son una deuda que el sistema democrático formal tiene con los más humildes.

Hemos entendido que el problema es la desigualdad y la desigualdad se afronta con un proyecto donde esta comunidad, que debemos volver a organizar, sea la base el encuentro entre los argentinos. Una cultura del encuentro, como dice Francisco, que debe nacer desde los más humildes, de la periferia, desde la reconstrucción de nuestras ideas. Para ello el diálogo social resultará fundamental.

 El diálogo social implica poner sobre la mesa, los objetivos de cada uno de los sectores. Del empresariado nacional, de los sindicatos, de los Movimientos Populares. Pero también implica que eso objetivos deben estar enmarcados en un proyecto de Nación donde el objetivo sea la realización de cada una de las ciudadanas y ciudadanos argentinos que habitan en ella.

Esta ciudadanía social que es la que consolida la dignidad de las personas debe partir de la base del concepto mítico de pueblo. Pueblo desde el punto de vista del órgano social, comunitario y ético, que está dispuesto a llevar adelante una gesta emancipadora para la liberación a través de  sus eternas conquistas y de  su dignidad.

En definitiva esta vuelta del peronismo al poder, del movimiento nacional más importante de Latinoamérica, es una bocanada de aire fresco, no solo para la región en su conjunto, sino para dar un combate serio, real y auspicioso contra un neoliberalismo que ha agotado, en Argentina y en el resto de los países que integran el sur global, todas sus recetas porque se ha olvidado del hombre y de la mujer como destinatarios de justicia. Porque se ha olvidado del medio ambiente, porque ha excluido a los territorios, porque ha excluido a los más humildes, porque ha sembrado discriminación, odio por el pobre y por el migrante.

Durante estos cuatro años hubo un coraje inusitado del pueblo argentino. El coraje que demostraron los compañeros y compañeras que resistieron los 17 años del exilio de Perón durante la resistencia peronista. Este texto es un homenaje a quienes nunca bajaron los brazos, los resistentes, al Movimiento Obrero Organizado, a los Movimientos Populares, los  jueces del trabajo que miraron la Constitución Nacional y los Derechos Humanos e hicieron caso omiso a las presiones que recibían del Poder Ejecutivo Nacional. A ellos y sobre su dignidad ha de reconstruirse, sin duda, la nueva Nación, donde la Justicia Social será la abanderada de los humildes y del resto de quienes integran el pueblo trabajador, para abrazar la victoria definitiva.

Volvamos, entonces, a esa Argentina integrada. Estamos seguros que con la militancia y la fuerza de las Organizaciones Libres del pueblo y con un Estado fuerte, capaz de concentrar los anhelos de nuestra Patria seremos capaces de lograr el rumbo de la Argentina fuerte, solidaria y digna que nos legaran aquellos que pensaron en una Latinoamérica grande y en una Argentina desprovista de todo tutelaje, integrada al mundo pero desde una perspectiva de dignidad y de crecimiento, basada fundamentalmente en una opción por los pobres y el buen común como eje de la acción del bien común de  gobierno.

 

 

*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos.

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