Diario de la FeMPINRA

“Hay que buscar cuáles son los ganadores de este modelo y decirles: señores ustedes tienen que abrir el corazón y la caja fuerte”

*Por Gustavo Ramírez

Los dirigentes del Movimiento Obrero tienen mucho parar decir. Sin embargo, la mentada opinión pública no siempre está dispuesta a escuchar. Durante los años de restauración neoliberal diversos espacios de la política social fueron ampliamente consignados por el Movimientos Sindical. No obstante, el imaginario colectivo se plagó de falsas consignas que sirvieron, por derecha y por izquierda, para que las fuerzas reaccionarias avanzaran contra el sindicalismo.

Juan Carlos Schmid ha padecido en carne propia los ataques de propios y extraños cuando participó de la conducción de la CGT. En la actualidad, su labor no se circunscribe solamente a la observación pasiva, mucho menos al repliegue que demanda el proceso electoral. Ha caminado la calle junto a los Movimientos Populares y ha logrado tejer lazos de unidad en acción con diversas corrientes sindicales. Se podría afirmar que sus acciones, en ese sentido, precedieron el presente marco de unidad coyuntural.

Con él dialogamos por estos días febriles en una Argentina que parece estar atrapada en un bucle temporal que sea como sea la conduce a un mismo lugar.

-En diversos discursos e intervenciones hacés referencia a que la democracia tiene una profunda deuda social en Argentina y que esa deuda es la pobreza ¿hay alguna salida?

Yo no tengo la solución de como se resuelve la herida profunda de la pobreza en la Argentina. Sería una respuesta cargada de audacia si ensayara alguna propuesta. Lo que sí tengo es una contestación contundente: nosotros tenemos que sentir vergüenza de que en la Argentina hay hambre.

El sistema democrático debería avergonzase de permitir que, bajo el imperio del respeto de las leyes, el derecho a elegir, del funcionamiento de las instituciones, una cuestión tan básica como el hambre en Argentina no lo podamos resolver.

Por eso es que yo he estado en las manifestaciones para que se apruebe la emergencia alimentaria. Pero al mismo tiempo he dicho muy concretamente que no alcanza solamente con eso, porque es muy fácil reclamar que el Estado se haga cargo de esto y asigne las partidas, porque al fin y al cabo es cierto que el Estado es el que regula las tensiones de la sociedad e interviene, por lo menos ese es el ideal, en la economía, para que no hay desequilibrios.

Pero acá se tienen que sentar los actores, acá hay gente que forma los precios, que está en la cadena de valor alimentario, que amasa fortunas. Áreas ligadas al comercio exterior que colocan los saldos exportables mientras que nosotros sufrimos el hambre en los sectores más vulnerables.

Entonces, ellos también tienen que hacer su contribución si queremos hacer una sociedad en armonía. Concretamente lo que estoy diciendo es que está bien el marco legal de la emergencia alimentaria pero que se sienten, a la mesa de negociación, los que tienen que poner más. Porque acá no es que todos perdimos, acá hay ganadores. Hay que buscar cuáles son los ganadores y decirles: señores ustedes tienen que abrir el corazón y la caja fuerte.

 

-Frente a lo que señalaste ¿cómo observas el llamado al Pacto Social que hizo Alberto Fernández?

Lo veo como una apuesta razonable en tanto y en cuanto se recupere lo más importante que es la confianza. Hay que recuperar fundamentalmente la confianza. Los que se sienten a la mesa tendrán que cumplir con lo que pacten. Yo tengo una idea para eso, cuando haya un pacto o algo de esa naturaleza, lo tienen que televisar, para que todo el mundo sepa que es lo que dice uno, que es lo que dice el otro y cual es la conclusión.

Me parece que sería una idea novedosa ¿no? Un pacto donde todo el mundo es grabado, como en un juicio, y que todos sepamos que es lo que se acuerda. ¿Y por qué digo esto? Porque cuando tratamos hacer los primeros acuerdos con el aún actual gobierno, los que se sentaron a la mesa a los cinco minutos que habíamos cerrado el acuerdo, borraron con el codo lo que habían firmado con la mano.

Da la impresión de que esta democracia vive pendiente de lo que dictan los mercados. ¿Se puede recuperar una democracia popular, como la que considera el Papa Francisco con lo pobres, con los Movimientos Populares?

-Se puede sostener en tanto y en cuanto la política y obviamente, los que hacen la política que son los políticos, digo la política como paraguas donde se contiene el desenvolvimiento humano, tenga un sentido distinto al que tiene hoy. Si yo llego a la presidencia, a la presidencia de una empresa, a la gerencia de un lugar, a la Cámara de Diputados, a la gobernación y lo único que quiero es permanecer; entonces me recuesto sobre los mercados, sobre las consultorías, sobre los elementos que son secundarios y no interpreto y no me acerco a quienes son los que verdaderamente son los que me votaron, que es el Pueblo. Ese es el primer paso.

¿Porqué al campo popular, al campo nacional, le cuesta sostenerse en el tiempo en el gobierno y se vuelve a caer en estos agujeros negros, en estos abismos que genera el neoliberalismo en Argentina?

– Es una buena pregunta porque venimos tropezando con la misma piedra desde la recuperación de la democracia para acá.

La pobreza que tenemos es fruto de esos vaivenes que tiene la sociedad argentina. Hay un elemento que me parce que no está registrado debidamente. Vamos a terminar, espero que así sea, el mandato de un gobierno que no es un gobierno peronista, más bien es un gobierno que expresa a la derecha económica.

Creo que ha fracasado en todas sus líneas. Ha fracasado en la construcción política, ha fracasado en su programa económico, porque al fin y al cabo ha terminado golpeando inclusive a quienes lo apoyaban y ha desnudado que cuando se pierde, aparecen todas contradicciones de coaliciones como estas.

Pero el hecho de que llegue un gobierno que no es peronista al final del mandato cierra un ciclo donde todos los gobiernos que eran de otro signo se tuvieron que ir antes de tiempo.

A mi me parece que dentro de las reglas democráticas, es un proceso de maduración que tal vez no lo veamos ahora, pero va a servir para adelante para ir conciliando posiciones y aguardo que también sirva para ir cerrando la brecha que se ha abierto en la sociedad argentina en los últimos años.

-En esta esfera ¿qué Movimiento Obrero se necesita?

El sindicalismo está mutando en todo el mundo. Los sindicatos hoy no son los sindicatos de hace treinta o cuarenta años atrás. En el mundo ha caído la tasa de sindicalización de manera preocupante. Han ganado espacio otros costados que tienen que ver con lo ambiental, con los Derechos Humanos, con el fenómeno disruptivo de la mujer y el sindicalismo, va a tener que dar cuenta de estos fenómenos.

Para eso debe estar más profesionalizado. No estoy hablando de lo que en los ’80 se denominó el sindicalismo profesional o de resultados, estoy hablando de que se profesionalice porque ya no le va a alcanzar con algunos asesores, sino que el mismo cuadro sindical va a tener que acceder a un nivel de formación mucho mayor que el que tiene hoy, teniendo presente, por ejemplo, el impacto que está teniendo hoy la innovación tecnológica.

La era digital, la economía de plataformas, todo el avance que hay en el campo científico y tecnológico. Ese sindicalismo va a tener que abordar nuevas formas de relacionamiento y nuevas formas de negociación colectiva.

Lo que no puede alterarse son los valores y los principios permanentes que tiene el sindicalismo que son: la solidaridad, la Justicia Social, la mirada universal sobre los bienes, eso es inmutable. Pero el sindicalismo, necesariamente va a tener que dar otra respuesta.

En mi opinión, sobre el caso argentino, estamos un tanto atrasados en ese sentido. Hay que ir hacia un debate profundo alrededor de esto para comprender los fenómenos que tenemos por delante.

Tenemos por delante el fenómeno de la tecnología y los cambios en la producción, pero al mismo tiempo tenemos el fenómeno de la pobreza, el fenómeno de la desigualdad. Acá hay compañeros trabajadores que están sindicalizados, que tienen convenio colectivo y son pobres y esto hay que ponerlo en el debate para ver como reaccionamos.

Todos no podemos reaccionar de la misma manera. Me he cansado de decirlo: hemos peleado por el tema tributiario, ganancias, pero los que están más postergados necesitan indefectiblemente salir de esa línea que los acerca a la pobreza o que los vivir en la pobreza.

-Hay otro plano, el que responde a la cuestión de la industria naval, de la cuestión portuaria y marítima. Allí, en ese terreno ¿dónde estamos y hacia dónde vamos?

Todos estos sectores no escapan a las generales de la ley. No puede haber un cierto desarrollo o una modernización de una determinada área del Estado si se está hundiendo el resto del país.

Lo que hoy ocurre con el Puerto de Buenos Aires forma parte del último tramo de gestión de este gobierno. Por lo tanto, allí, ya que tanto les gustaba hablar de seguridad jurídica, hay que ver que seguridad jurídica tienen en una instancia como ésta.

Por otro lado, si vemos este contrato al final del mandato acentuando la desprotección y la aniquilación de la industria naval, indudablemente, se pone de manifiesto que el área del transporte y particularmente el área portuaria, marítima y naval ha sido tratado como un rompecabezas.

Así que no es de extrañar que ocurran estas cosas. Lo que pasa en el Puerto, obviamente, no tiene nada que ver con el tratamiento que se está haciendo de la industria naval y mucho menos tiene que ver con lo que pasa en la industria pesquera. Si nosotros, lo que pasa con la navegación interior y con la construcción de una flota naval para la navegación interior, más la renovación del parque pesquero, lo tendríamos dentro de un plan de recuperación de la industria naval, esto no pasaría. Lo que ocurre es que se empiezan a pegar los manotazos de ahogado del último tramo de gestión.

– ¿Esperan algún encuentro con Alberto Fernández?

Está pendiente una reunión con Alberto Fernández, la hemos pedido desde la CATT. Pero, obviamente, creo que esa reunión es más de presentación, de formulaciones generales. Primero hay que ganar las elecciones, ganar las elecciones es solamente un paso, gobernar es el verdadero desafío. Gobernar después del desastre que ha hecho Macri.

Siempre me acuerdo de una frase que repetí en un reportaje a la salida de la Federación, una frase de Macedonio: “el desastre es tan grande que hasta los sobrevivientes murieron”. Acá pasa algo parecido.

– Al sindicalismo, durante estos años, se lo ha corrido por derecha y por izquierda y casi nunca se los escucha. ¿Te sentís escuchado dentro del ámbito sindical?

Creo que hay tonos ahí dentro, hay mucha gente que escucha, uno se referencia en muchos lugares. De repente yo tengo una referencia mucho más fuerte al interior de los Movimientos Populares que entre los propios sindicatos.

Pero hay también, en medio de todo esto, una ofensiva de otro tipo. No es la ofensiva del terrorismo de Estado que atacaba, torturaba y desaparecía a los cuadros sindicales, sino que es algo más sutil.

Desacreditar a todo el mundo, sembrar el terror mediático porque mañana te pueden armar una causa y podés ir a parar detrás de las rejas. Hay una presencia del partido judicial que indudablemente en su práctica, en su ejercicio deja mucho que desear y ese partido judicial tiene presencia en toda la región.

Tiene presencia acá, tiene presencia en Brasil, donde han intentado ejercer de alguna manera una influencia y una presión sobre los liderazgos populares. Ahí la política tiene que volver a equilibrar la vinculación entre los tres poderes. Muchos que se jactan de defender la República no dicen esto, los tres poderes tienen que estar en armonía, porque si no, no hay República.

Tibiamente la primavera va dando cuenta de su llegada. Curiosamente esto coincide con un nuevo proceso de cambio en el país. Ante este estado de situación la incertidumbre y la esperanza ocupan planos preponderantes.

 

 

Director Periodístico de AGN Prensa Sindical

Fotografías: Ariel Chávez

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