Pensamiento Nacional

“Género y política” una mirada contra el sentido común de la importación ideológica

Por Gustavo Ramírez

“El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre. “
 Byung Chul Han 

Editorial Nomos volvió a poner el dedo en la llaga del debate geopolítico, cultural y económico del pensamiento nacional. En este caso con un libro que interpela de abajo hacia arriba el sentido común impuesto por los segmentos sociales que, en muchas ocasiones, a pesar de los voluntarismos políticos, son funcionales a los intereses ajenos a las necesidades nacionales. Un material que se presenta con una mirada contra-hegemónica a la hora de discutir posturas exógenas al cuerpo social popular.

Con la publicación de Género y Política, de la periodistas cultural Nancy Giampaolo, Nomos redobla la apuesta e invita a pensar los emergentes feministas lejos de los muros latosos de la corrección política y del pensamiento superficial. No todas las luchas se enmarcan en la preservación del bien común, mucho menos se encuadran en la liberación nacional y si, terminan por ser funcionales al poder dominante.

No toda narrativa presente sobre la libertad tiende, precisamente a alcanzarla, mucho menos cuando el argumento se basa en la reproducción de proposiciones ideológicas importadas de realidades alejadas de lo propio. AGN Prensa dialogó con Giampaolo para tratar de echar luz política sobre un sentido común que invalida la historia y se erige como verdad absoluta sobre las estructuras de representaciones de procedencia global.

-¿Dónde pararse para abordar la cuestión de género qué es apuntada como una cuestión de agenda pública, qué bien, como establece en una conceptualización sobre tu reciente libro, “Género y Política”, es la agenda del poder?

El libro parte de una pregunta, digamos, bastante relacionada al sentido común que es ¿Por qué el movimiento de género, los reclamos vinculados al género, comenzaron a tener una visibilidad mediática e institucional, tan masiva en un período de tiempo tan corto?

Si bien es una pregunta muy simple es bastante difícil de responder. Si uno hace la prueba de preguntarle esto a distintas personas, personas que se auto-perciben como parte del movimiento de género o personas que pueden estar en contra, no importa donde se paran, coinciden en no saber responder demasiado bien a esta pregunta. El libro es un intento de contestarla.

-Estos movimientos, que pretenden gestar la homogeneización ideológica, ¿Promocionan la pérdida, de alguna manera, de las identidades populares?

Por su puesto, ese es el gran problema, para mí, de todo esto. En este momento estamos hablando del movimiento de género pero en el pasado hubo distintos políticos con un espíritu global y en general, esos movimientos, están gestado en países que trabajan en favor de sus propios intereses y que importan, al resto del mundo, un  modelo que el resto del mundo debería seguir.

En este momento en particular  con internet esa operación, que es una operación clásica, se potencia muchísimo porque es inmediata. Lo que sugiere este movimiento de género, que también abarca a las luchas identitarias raciales, lo que sugiere o lo que plantea es un sujeto político universal, que es igual en cualquier lugar del mundo y que tiene ciertos reclamos, respecto a los Estados y las instituciones, que son idénticos en todos los lugares del mundo.

Pongamos por ejemplo al me too, que es una movida de millonarias norteamericanas, que trató de clonarse acá con un resultado, que en lo personal, me parece bastante paródico en su momento, porque acá la situación de las mujeres que trabajan no es la misma que la de Estados Unidos. Sin embargo, también hay una cultura, que es la norteamericana, que importa un modelo de presunta resistencia o de reivindicación de minorías, que tiene que calcarse lo más parecido posible en otros lugares del mundo que tienen una situación económica, financiera y cultural totalmente diferentes.

Entonces, en ese proceso de importación, cuando vos traes un modelo “primermundista” a un país periférico seriamente dañado como el nuestro, en todos los sentidos, automáticamente te transformas en una parodia o en una caricatura.

Además, en esta importación de modelos extranjerizantes, vos arrasás con las diversidades propias porque nosotros tenemos diversidades pero no son las mismas que tienen los norteamericanos o los europeos. Fijate que dentro de Europa tampoco podemos hablar de un ser europeo: No es lo mismo Hungría que Francia, no es lo mismo Turquía que Italia.

La diversidad debería entenderse a la luz del país en el que estás y no a la luz de una especie de ser abstracto que milita diversidades que por ahí no tienen nada que ver con su realidad cotidiana.

Acá en Argentina hay muchos movimientos ahora que pretenden reivindicar lo afro, creo que eso es, más bien, un intento de emular una situación que ocurre en Estados Unidos y en Europa que si tienen comunidades afro muy numerosas. Pero acá habría otras prioridades y otras comunidades que necesitan representación antes.

-Tomando esta perspectiva que estás señalando surge que de cierta manera se pretende anular el proceso histórico. Para estos movimientos la historia comienza en el presente pero no se mira para atrás, si así lo hicieran descubrirían que en Argentina, por ejemplo, existe un proceso de construcción de identidad femenina, si se quiere, a través de personalidad política de Eva Perón.

Exactamente. Bueno, en el libro hay dos capítulos dedicados a ella y esto va más allá de ser o no peronista porque es un modelo que así como trascendió fronteras. Para mi trasciende al peronismo sin caer en el evitismo que es una forma de ser gorila. Ella condensa muy bien esta operación, que bien señalás, de tratar de reinscribir la historia en función de parámetros que importamos en los últimos cinco minutos.

Lo que pasó, por ejemplo, con ella, en la campaña por la interrupción voluntaria del embarazo, fue calzarle el pañuelo verde, presentarla como una figura aggiornada a los tiempos, que no corresponde para nada con lo que ella dijo. Eso lamentablemente se hizo, no desde la oposición, sino desde los grupos que apoyan al gobierno actual auto denominado o inscripto, supuestamente, en el peronismo.

-¿Considerás que en estos contextos el progresismo se termina transformando en un elemento  reaccionario?

Sí, claro. Hay gestos reaccionarios en todos lados, en todos los bandos. En cuanto al papel del progresismo no somos pocos los que estamos discutiéndolo en la medida en que se fue transformando, en los últimos años, no sólo a nivel nacional sino que es un fenómeno internacional, porque –de nuevo- importamos todo lo que podemos de afuera.

Se fue transformando, decía,  en una especie de vigilancia sobre la opinión pública que se terminó, en algunos casos, vistiendo con la ropa del enemigo que históricamente tuvo. La cultura de la cancelación, el punitivismo de ciertos feminismos, son una prueba bien contundente de eso.

-Si bien, en estos movimientos existe un cuerpo de organización, se percibe una instancia anárquica porque no quedan demasiado en claro donde comienzan y terminan las reivindicaciones que, insisto, anulan todo proceso histórico.

Sí, anulan el proceso histórico porque dan la sensación de que no están muy interesadas en revisar la historia a la luz, digamos, de la objetividad que una revisión histórica requiere. Las revisiones, las reivindicaciones que se hacen son como este ejemplo tan brutal de Evita montonera con el pañuelo verde.

Se hace como una re-escritura en función de intereses muy concretos del presente. Creo que hay, en estos matices que mencionas, que están. Si vos le preguntás a una activista feminista te va a decir que hay muchos feminismo, no uno solo, pero en todo ese conjunto – por ahí la sensación que vos vez de algo anárquico – tiene que ver, justamente, con que no hay principios verdaderamente sólidos en los que acuerden todas.

Creo que el único factor aglutinante completamente seguro que había era la IVE y una vez que eso se logró, bueno, ya existen reivindicaciones distintas que tienen que ver con intereses de cada grupo. Hay alagunas que se fueron hacia el lado de hablar más de la transversalidad, sobre todo en lo que son instituciones como el Ministerio de la Mujer, el INADI, que están tratando de aglutinar el movimiento de género con todas las minorías oprimidas. Se habla de marronidades, se está haciendo una medición de lo marrón que es tu piel, o sea, se está juntando a las disidencias sexuales con los pueblos originarios.

Hay como una mezcla, sobre todo institucional, bastante particular. Por otro lado hay otros feminismos, más percibidos como de derecha, que están un poco más preocupados por los puestos de poder, por la aparición de mujeres o minorías sexuales en círculos dirigenciales, empresarios y hablan del techo de cristal y demás.

Hay como mucha variedad, en ese sentido, pero creo que ninguna se está preocupando por tener un pensamiento situado que es para mí el único camino para un movimiento que pretenda llegar a la Justicia Social.

Si no partís de un pensamiento situado y atado a tu comunidad real, estás hablando, insisto, de copiar modelos importados. Tanto el techo de cristal, del que habla el feminismo calificado como de derecha, como la transversalidad de la que habla en este momento el feminismo oficialista, son muy parecidos a los planteos que hacen demócratas y republicanos en Estados Unidos. No detecto yo que se hable desde una perspectiva argentina, en ninguno de los dos casos.

-¿Es posible entender que estos emergentes responden, a nivel global, al mandato de la crisis civilizatoria que hoy atraviesa el mundo o crees que responden a otros factores para que emerjan en este contexto, también diagramados por esos círculos de poder?

El globalismo es claramente una instancia programada por lo que podemos entender como lo que muchos llaman el poder real, que de ninguna manera es el Estado argentino. Es bastante absurdo cuando los feminismos hablan de hacer temblar al poder, identificando al poder como el Estado argentino.

Pienso que es parte de ese proceso y al mismo tiempo es un negocio para muchas personas que objetivamente están viviendo del género. Tenemos un ministerio dedicado a eso, que antes no existía, que mueve muchísimo dinero, que antes estaba consagrado a otra cosa pero ahora está consagrado al género.

De ahí para abajo imagínate todo lo que hay desde influencers, programas de radio, remeras que dicen no es no, etc. Hay un tema económica y de supervivencia que hace que todo termine resultando ser un nicho de mercado. Se transformó en un nicho de mercado, tanto a novel institucional como a nivel privado.

-Volviendo a Eva Perón. Ella decía, de cierta manera, que para que se alcance la Justicia Social en Argentina había que vencer a la oligarquía. ¿Crees que estos movimientos pierden de vista quien es el enemigo real no solo a nivel nacional sino también en el plano internacional?

Por supuesto. Es cierto que tampoco podemos entender a la oligarquía en los mismos términos que en el ’45, pero sí podemos hablar de poder que es un buen sinónimo para lo que Eva denominaba oligarquía y por supuesto, no está detectado el enemigo para nada. Así como puedo hacer una crítica de alguien que pelotudea en un ministerio sin solucionar ningún problema, también puedo darme cuenta que hay muchísima gente bien intencionada militando esto que simplemente no comprendió a que intereses está respondiendo con ciertas militancias. 

 

 

 

11/6/2021

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