Entrevistas AGN

Gabriela Olguín, referente de la cooperativa “El Adoquín”: “Nosotros siempre reafirmamos nuestra identidad como trabajadores”

*Por Gustavo Ramírez

 

El verano se deja caer con todo su peso sobre las casas bajas del barrio porteño de Parque Patricios. La coreografía social acompaña el ritmo de una rutina singular circular, infinita. Gabriela Olguín, presidenta de la Cooperativa “El Adoquín”, nos recibe en su casa. Se la ve cansada, pero con fuerzas. La vida de resistencia y lucha no es fácil, no siempre es grata, por eso a lo largo de la nota ella va a reivindicar su trabajo, que no es otra cosa que el trabajo colectivo y el triunfo que fue obtener hace un par de semanas, el reaseguro de 220 puestos de trabajo en la feria de San Telmo.

Es verano, el mundo se mueve. Gabriela tiene una mirada que se sostiene en esperanza. Es madre y abuela, fue colaboradora Gremial de la Unión Obrera ladrillera y ahora pelea por construir trabajo para los compañeros y compañeras que lo necesitan. No está sola. Ellas es miembro de la CTEP y con dicha organización brega para paliar la crisis neoliberal. La gesta del “Adoquín” no empezó de la noche a la mañana.

“La Cooperativa El Adoquín integrante de la CONFEDERACION DE TRABAJORES DE LA ECONOMIA POPULAR (CTEP) ha conseguido después de 12 años un logro histórico. Una negociación colectiva en el ámbito Laboral de la Ciudad de Buenos Aires, que al tiempo que reivindica y reconoce los compañero/as como trabajadores de la Vía Publica con derechos, legaliza su Feria de San Telmo”, precisó la organización popular a través de un comunicado.

Para la CTEP Seccional Capital “los pasos trascendentes, no se miden desde posiciones individuales, sino desde visiones estratégicas, que nos permitan un camino progresivo de conquistas de derechos como trabajadores.
Mal que nos pese así fueron las luchas del Movimiento Obrero Organizado. Plantando jalones de dignidad y avanzando”.

Gabriela va a reforzar esos conceptos al añadir que “hemos obtenido un convenio sin antecedentes que nosotros logramos por este camino, que nosotros siempre reafirmamos, que es nuestra identidad como trabajadores. Nosotros somos una feria popular que comercializamos el espacio púbico, somos productores de lo que vendemos. Logramos, a través de una negociación colectiva de trabajo, que la Subsecretaría de Trabajo nos reconozca como parte en un conflicto laboral”.

Con el correr de la charla los ojos claros de Olguín se encienden, su mirada enfatiza cada palabra. La lucha ha sido larga, ardua: “Nosotros presentamos una carta, una presentación, pidiéndole este espacio de negociación colectiva de trabajo a la Subsecretaría de Trabajo basándonos en la Convenio 150 de la OIT. En eso tuvo un papel muy destacado nuestro abogado, Juan Manuel Martínez Chas, y el pedido de esa negociación está firmado por el Gringo Castro, Secretario General de la CTEP y por mi como presidenta de la cooperativa. Porque nosotros siempre reafirmamos nuestra identidad como trabajadores y nuestra pertenencia al sindicato de los trabajadores de la economía popular que es la CTEP, entonces dimos esos pasos”

Gabriela Olguín explica que “habíamos llegado a otros espacios de diálogo con el gobierno por muchas vías, las vías políticas, las vías judiciales, por defensoría, pero tuvo mucho peso el fallo del juez Casas, del juzgado N°10 de la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, que nos sobreseyó al vicepresidente de la cooperativa y a mí. En el fallo explicita claramente que nuestra actividad, sobre el espacio público, no es una contravención ni un delito, sino que es un conflicto laboral y social y que las instancias del Estados que resuelven estas situaciones tienen que hacerse cargo”.

Los logros, avances y triunfos de los trabajadores populares suelen ser invisibilizados y molestan. Después del acuerdo Gabriela fue el blanco de ataques en manos de fuerzas que terminan por ser funcionales a interés contrarios al de los trabajadores. Aun cuando estas facciones sostengan discursivamente que los defienden. Las agresiones fueron verbales y físicas. Se inscriben en una lógica que mezcla impunidad, complicidad e impotencia.

Al respecto Gabriela comenta  “nosotros tenemos una dinámica muy distinta a otros los trabajadores de los espacios públicos, una dinámica sindical y entendemos que cuando se hacen grandes avances como este convenio, que nosotros reafirmamos, a veces hay matices en cuanto a la lucha y el camino a seguir. El camino hacia los derechos de los trabajadores es muy ancho y a veces los trabajadores eligen diferentes caminos y nosotros los respetamos a todos y pedimos que sea muy respetado nuestra dinámica. Entonces entendemos que algunos de estos matices no les parezca bien porque eligen otros métodos de lucha”.

“No justificamos la violencia, sobre todo la violencia patriarcal. Más allá de que filas venga la violencia patriarcal es violencia patriarcal. Si nosotros, los trabajadores, nos hacemos partícipes de que se siembre el odio, la división entre nosotros, la violencia y la discriminación y sobre todo la violencia patriarcal, me parece que estamos cometiendo un error del cual siempre sale beneficiado el sistema neoliberal”, la denuncia de Gabriela es fuerte y su rostro se transfigura, el rictus se tensa, sus músculos faciales dejan traslucir, como el lógico en cada propia humanidad, cierta molestia con aquellos que la violentaron.

Gabriela nos cuenta que “hay una persecución y un acoso hacia mi familia en las redes y a pesar de lo que ocurrió nosotros vamos a seguir abiertos al diálogo porque confiamos que, en algún momento, ahora los caminos se han separado, nos vamos a volver a encontrar en la lucha por la ampliación de derechos. El Adoquín siempre fue un instrumento de derechos para los trabajadores”.

El mediodía sede, pero el calor conquista la geografía hogareña. Sobre una de las paredes de la cocina se expone una serie de dibujos infantiles. Uno infiere que la abuela Gabriela se siente orgullosa de ellos. Se me ocurre que en esos espacios coloreados existe una ruptura del sentido común para reflejar que la política no es puro racionalidad, que detrás de todo dirigente existe la propia subjetividad que es olvidada por el común de los mortales y hasta por los propios compañeros.

Es el viaje que nos mantiene vivos”, reza un bello tema de los Still Corners. Ese es el espíritu que impera en el trabajo de Gabriela y de sus compañeros. Por cierto, dos de ellos, la acompañan en el patio de la casa. Trabajan en sus cosas y cada tanto ella desvía la mirada para buscarlos y reafirmar sus dichos. La lucha no es una gesta individual. La política tampoco.

Los Movimientos Populares han rotos viejos paradigmas sociales y culturales, los trabajadores de la economía popular ya no son un emergente. Contrario al pensamiento impuesto como habitus de clase, los laburantes no mendigan planes sociales, construyen trabajo y lo colectivizan. Algo que, en la actualidad, en medio de una crisis profunda, no hace el Estado.

“Al surgir un nuevo sector de trabajadores en los bordes del capitalismo, que no tenemos un dador de empleo visible pero que somo explotados, nos reconocimos como trabajadores y nos organizamos como tales y luchamos por derechos como trabajadores. La CTEP siempre tuvo como objetivo estratégico la unidad con el Movimiento Obrero Organizado y siempre decimos que nosotros somos hijos del Movimiento Obrero. Justamente elegimos organizarnos y ponernos de pie porque en este país el Movimiento Obrero tiene un historial de lucha y consecución de derechos únicos. Entonces nosotros nos paramos sobre esos hombros de gigantes”, enfatiza Gabriela.

Gabi, como la conocen sus compañeros y amigos, ha recibo un sin número de muestras de afecto y solidaridad durante estos últimos días. Tal vez sea por eso que en cada frase que enuncia la palabra “nosotros” recobra un significado potente y dinamizador de la unidad.

“Siempre la CTEP interpeló la unidad”. No hay puntos muertos en la charla. Aun queda mucho por decir. Pero Gabriela es una mujer de acción y el tiempo se acorta. La despedida promueve un nuevo encuentro. Afuera Parque Patricios sigue en su viaje rutinario. El brillo del sol le brinda un resplandor inusual al barrio. Ese tal vez sea el destello de la esperanza.

 

*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical

Fotografía de tapa y primera del cuerpo de la nota son gentileza de la cooperativa El Adoquín.

 

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