Opinión

Favio: El obrero de las cosas simples

*Por Gustavo Ramírez

El cine argentino no fue igual después de Favio, sin embargo, no hubo quien se atreviera a seguir sus pasos de manera desenfadada. Pero tal vez, y es lo más difícil, tampoco hubo quien asumiera su legado narrativo dando cuenta de una estética que se relaciona estrechamente con la cultura del pueblo, sistemáticamente ninguneada tanto como políticamente bastardeada.

Leonardo Favio entendió mejor que muchos sociólogos el basto universo profundo del peronismo. No como el arqueólogo que se aventura en criptas secretas para rastrear la existencia de mundos posibles, sino desde la experiencia humana que lo convierte en parte de una ontología social que se constituye desde la infancia hasta la vejez. El rasgo característico del peronismo es ser revolucionario pero al mismo tiempo imperecedero. Por eso, las imágines del artista no se pierden en los pasillos sepias de lo perecedero.

El peronismo pervive en las cosas simples que tenemos incorporadas en la cotidianidad, porque vinieron para quedarse y representar un cúmulo de acciones concretas, signos social y principios políticos que se han sido incorporados a la vivencia popular con absoluta naturalidad. El cine de Favio, tanto incluso, como sus canciones parten de hechos simples que son al fin de cuenta, grandes historias dignas de ser contadas o cantadas.

Al mismo tiempo, Favio trazo un entramando emocional y del mismo modo construyo una línea argumental que atravesó el escenario político y social de la Argentina profunda. Lo simple se tornó complejo para la racionalidad académica tan sumida a las preconcepciones infaustas de lo civilizatorio europeizante u occidental, por encima de lo bárbaro propio mestizo y criollo. Al intelectualizar su obra lo que muchos académicos hicieron es simplemente incomprenderlo. Lejos de los homenajes aún cuesta encontrar al artista humanizado por su propia creación porque los críticos blancos necesitan asimilarlo al sistema.

Tal vez, acá entran a jugar la cuestión de gusto, la síntesis de esa obra sea Gatica donde el esplendor faviesco se retrata con suma delicadeza y extrema sensibilidad. Pero al mismo tiempo, la narración es impiadosa, tal vez porque la vida de los humildes a veces también los sea. Ese universo, el del Gatica de Favio, reúne sus obras pasadas en una cúmulo perfecto de sentidos que se ordenan en secuencias de una belleza natural que por momentos atormenta pero al mismo tiempo llena el alma.

“Me siento hermano del viento y si un niño llora me pongo a llorar”, supo cantar. “Soy soldado de mi pueblo y estoy orgullo de mi General”. Lo simple en la identidad y en la lealtad. Esa identificación que no se deslumbra con las luces de los reflectores en los grandes teatros, esa lealtad fanática que no puede ser concebida de otra forma porque ya no sería lealtad.

En charlas de militancias, el actor Edgardo Nievas, nos solía contar como fueron los entretelones de la gestación de Gatica. Sin embargo, lo que nos cautivaba entonces eran sus relatos sobre Favio. Era algo casi mítico, pero no menos cierto y veraz, que su presencia se sentía fuerte entre nosotros. Quizá, de manera inconsciente, nos gustaba creer que donde había peronismo allí estaba él.

Esa presencia no se dispersó en galerías del recuerdo. El artista plástico, Daniel Santoro, ha logra plasmar en sus obras esa esencia retratada en los cuadros cinematográficos de Favio. No es casual, que a instancias de Juan Carlos Schmid, sus murales narren la historia del Movimiento Obrero que es asimismo la historia del peronismo sobre las paredes del Salón Felipe Vallese en la sede de la CGT. Esas secuencias narrativa son testimonio de una historia presente. Lo mismo ocurre con el testimonio artístico de Favio.

La vida brota del corazón. Puede que el arte también. Al menos en la creación de Favio parece ser así. Mejor dicho, es así. Será porque el peronismo también es corazón. Después de todo uno de los objetivos sociales que persiguió el peronismo, tal como reza la Marcha, es “que reine en el pueblo el amor y la igualdad”.

Otra gran síntesis: Sinfonía de un sentimiento. Y no, no se puede ver sin lágrimas en los ojos. Es que Favio siempre es conmovedor porque el peronismo también lo es. La cultura popular esa que no entra a las escuelas porque la escuela todavía es un limbo de sentido común reaccionario, tiene memoria y Favio allí está presente  y vivo.

Este 28 de mayo Leonardo Favio cumpliría 84 años. El obrero de las cosas simples. Está aquí, entre nosotros, porque nada que surja del pueblo peronista es perecedero. Y Favio con Evita nos recuerda que el peronismo es la razón de las causas justas: “Es trabajo, es sacrificio y  es amor, amor al prójimo”. Eso, eso también es Favio.

 

 

 

 

28/5/2022

 

 

 

 

 

28/5/2022

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