Opinión

Expectativas

Por Gustavo Ramírez

No es novedad, se vienen días claves para la reconfiguración de la conducción en la Confederación General del  Trabajo. El rol del Movimiento Obrero será clave en los próximos dos años, aun cuando todavía no se haya logrado que la CGT tenga participación en la mesa de decisiones ejecutivas.

El retorno a las calles, el último 18 de octubre, implicó un fortalecimiento de la estructura sindical. Los mensajes fueron claros: hacia adentro urge la necesidad de unidad, tanto más si luego de las elecciones legislativas los sectores reaccionarios se preparan para avanzar sobre las conquistas sociales en el Congreso. Para afuera, el apoyo al gobierno en este contexto no es tema menor, sin embargo también se pide firmeza de éste para sostener lo que se enuncia en los discursos.

Ahora bien, el trazado general parece ser auspicioso, si bien existe coincidencia general sobre la importancia de la unidad, aún esta no está definida y mucho menos cerrada. Si hace una semana tres nombres sonaban con fuerza para conformar un nuevo Triumbirato: Daer, Calo y Pablo Moyano,  la irrupción de nuevos actores planchó parte del acuerdo y abrió interrogantes de cara al próximo 11 de noviembre.

Las relaciones de fuerza están esparcidas y segmentadas, ningún sector puede arrogarse homogeneidad o fortaleza para conducir el proceso venidero, por lo que en este plano y contexto, la CGT no está en condiciones de soportar fugas de ninguna clase. Tampoco se puede gestar una conducción sin objetivos claros ni con una unidad de coyuntura donde cualquier roce posible dinamite el armado.

En la últimas horas el barrionuevismo, enfrentado políticamente con el moyanismo plantó bandera: Si se queda Daer, se queda Acuña, hicieron saber desde dichos sector. Esto generó, al menos dudas, sobre la amplitud de la unidad. Si bien este segmento se encuentra desgastado, en cuanto a imagen pública, cuenta con el sostén de cerca 30 organizaciones sindicales. Desde la conducción actual saben que no hay lugar para fisuras internas en este escenario, por lo que todos valen. El barrionueviso es también consciente de ellos por eso juega.

Por otro lado, existe consenso para la concreción de un programa propio en la CGT aunque este dependerá precisamente de quienes estén al frente de la conducción. La expresión de la síntesis de la unidad no recaerá sobre una hegemonía determinada, que no existe hoy, lo cual torna en dificultad la toma de decisiones para arribar a acuerdos que conformen a todos. En tal sentido habrá que ver que sector queda en el camino y cómo.

No obstante, la mayoría de los dirigentes sindicales, coincide en señalar que el protagonismo del Movimiento Obrero será clave en los tiempos venideros, pero no se resignan a ubicarse en el mero rol reivindicativo o de luchadores épicos. Para un número importante de dirigentes llegó la hora de hacer carne el mandato de Perón para dejar de ser un elemento de presión y constituirse un factor de poder en las decisiones ejecutivas. Para ellos es clave que la unidad sea sólida y no un instrumento de la coyuntura o de ambiciones personales.

La necesidad de la unidad sólida trasciende lo programático también para que no todo no vuele por los aires de inmediato. Ahí es donde miran con recelo la participación de Pablo Moyano. El dirigente camionero no dudó en dar el portazo cuando no se cumplió con sus demandas internas, ello aisló a los referentes del moyanismo dentro de la CGT y fortaleció la posiciones del barrionuevismo y de los “gordos”. ¿Qué hace suponer que esto no se repita?, se preguntar hacia adentro de las estructuras sindicales.

Sin embargo, en los últimos meses, Moyano cambió su discurso, se muestra más apocado, maduro y racional. Tendió puentes con sectores de los cuales se había alejado e incluso confrontado. Muestra de ellos es la unidad que se alcanzó en al Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, donde primó la inteligencia por encima de las expresiones de deseo. Se estableció el mejor orden posible sin mayores sangrías.

Es cierto, La Fraternidad y la UTA sacaron los pies del plato, molesto con el moyanismo que cobró fuerza interna, pero también no es menos cierto que ambas organizaciones sindicales no pueden quedarse aisladas por mucho tiempo. ¿Se irán de la CGT si Moyano alcanza la conducción tripartita? El caso más cerrado es el de Roberto Fernández, ya que es explícito que Moyano apoya a la oposición en ese gremio. A la vez, el titular de la UTA no quedó bien parado durante su accionar en las jornadas de lucha contra el macrismo. Supo sacar los pies del plato en medio de paros nacionales, pero aún así los mismos no desfallecieron.

Tampoco está muy claro cuál será el rol de las organizaciones populares. La Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular, hasta no hace mucho tenía la posibilidad de contar con una Secretaría en la nueva configuración cegetista que manejaría de manera indirecta, dado que por estatuto no estará aún en condiciones de confederarse. Si bien todavía no existe nada oficial esa perspectiva al menos por el momento está silenciada. Lo cual deja latente la posibilidad de integración.

La idea base es que los gremios de la industria recobren el protagonismo perdido, pero que además representen con determinación el actual proceso político que pretende impulsar el gobierno a través de la industrialización, por más que carezca de un proyecto objetivo al respecto. Los gremios del transporte, de cierta manera, también piensan que es necesario reflejar de manera más activa su protagonismo actual.

En línea aparecen con fuerza los gremios nucleados en la FeMPINRA, que lidera Juan Carlos Schmid, fortalecido por su rol preponderante para alcanzar la unidad en la CATT. El dirigente, al mismo tiempo, ratificará su conducción en la Federación, por lo que no se descarta que busque afianzar lo construido hasta el momento dentro de la CGT. Es uno de los pocos dirigentes que mantiene diálogo con todos los sectores sin que su imagen hay perdido adhesión.

Aún con todo lo expresado, en la CGT impera la calma. No hay desesperación. Por el contrario, el optimismo que genera la base de concordancia lleva tranquilidad. La gran marcha del 18 de octubre es un ejemplo de ello. Por primera vez en mucho tiempo la conducción de la Central pudo sostener la cohesión programática en una demostración de articulación política única. En realidad se plasmó en la calle la esencia misma de la Central sin fisuras y sin distinciones de particularismos segregados.

El sindicalismo, más que el gobierno, pudo capitalizar esa movilización para demostrar que a pesar de las campañas anti-sindicales la estructura está intacta y que hay disposición para defender a la Patria ante el avance de la reacción. Por otro lado, también se desarticuló el discurso de la pasividad que pretenden ostentar lo cultores del derrotismo mesiánico por izquierda, centro y derecha.

Si bien, en este estado de situación no están definidas la certezas, existen ideas bases que dan indicios de los acuerdos preexistentes que buscan garantizar la unidad imprescindible. Tampoco impera la incertidumbre. Desde el Comité Central Confederal para acá se ha trazado el mapa de un rumbo, lo que está en gestación es que papel se le asignará a cada uno de los actores intervinientes en este escenario.

Si, como sostienen desde algunos sectores del gobierno y tal como lo expresó hace poco la candidata, Tolosa Paz, la intención de la oposición es producir un golpe blando después de noviembre, está claro que la coalición gobernante no puede darse el lujo de prescindir de la dirigencia sindical cegetista. Si la CGT quiere -debe- adquirir mayor relevancia en la mesa de decisiones, tiene que conformar un unidad sólida que le permita restablecer un programa propio de liberación nacional.

La marcha del 18 de octubre que honró a la clase trabajadora y a su líder, Juan Domingo Perón, es un enorme signo de esperanza que renueva las ganas de luchar cuando los operadores del desánimo auguran que todo está perdido. Incluso, si el Frente de Todos no se cierra en tres o cinco vértices, también el sindicalismo cegetista representa una esperanza para su supervivencia. En un panorama sombrío no es un hecho menor. Las expectativas están intactas.

 

 

 

 

1/11/2021

 

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