Opinión

El “presidente” Alberto Fernández anunció el inicio del Pacto Social.

*Por Daniel Capa

Fue fuerte, pero muy fuerte, lo sucedido con la visita de Alberto Fernandez a Tucumán donde reunió al titular de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, y al titular de la CGT, Héctor Daer.

No fue un acto de campaña electoral, ni la formulación de un deseo. Fue la señal mas importante de lo que será el primer tramo del gobierno del Frente de Todos.

En el camino hacia la resurrección del mercado interno y de la industria nacional, este encuentro marca la decisión del gobierno peronista de avanzar hacia un modelo económico que vuelva a poner en el centro de la sociedad al empleo.

El Pacto Social (o como se denomine), está en marcha. Y habrá que anclarse históricamente en aquel período 73-74. El gobierno peronista de entonces se planteó la reconstrucción del país parado en dos ejes fundamentales: el movimiento obrero organizado y el dispositivo industrial de la época.

A partir de allí elevó el salario real, controló la inflación, impulsó la producción y puso en marcha la base del crecimiento del país y del pueblo argentino, algo que el establishment no perdonó y lo cobró en 1976.

La que viene, será una etapa no exenta de tensiones, de pugna, tanto entre sectores como al interior de estos. Pero con un rumbo claro que se dirige a reparar derechos básicos perdidos en estos últimos cuatro años.

Muchas veces se explicó la ingeniería del círculo virtuoso de la economía a favor de los sectores populares (empezando por Juan Domingo Perón), pero no está de mas recordarlo.

La recomposición del ingreso popular incentivará el consumo en el comercio del barrio; el comercio del barrio afrontará la demanda multiplicando las órdenes de pedido a las fábricas; las fábricas buscarán no perder clientes y emplearán personal para abordar el alza de la producción. Y el crecimiento del empleo volverá a mejorar salarios, consumo e industria. Crecemos todos. Es la teoría del derrame pero al revés.

Dicho así suena fácil, obviamente. Pero esto se hizo en la Argentina y fueron épocas (lejanas y recientes) de reivindicación popular.

El proceso político que iniciarán Alberto y Cristina será complejo por la catástrofe económica y social que dejará el macrismo.

Empezará combinando las urgencias, el plazo corto y el rumbo general, que encuentra a distintos sectores sociales y políticos con importantes coincidencias. Los trabajadores quieren trabajo y salario digno; los industriales quieren industria y desarrollo.

Trabajo, salario, industria y desarrollo son conceptos que bien se pueden sintetizar en uno: Mercado Interno. Aquí hay acuerdo.

También se avanzará en reducir tarifas, en políticas de desendeudamiento familiar, en crecimiento de exportaciones y en leyes claves, principalmente que sirvan para remontar el sector de las pequeñas y medianas empresas que, por lo que ya se dijo hasta el cansancio, son el centro del aparato productivo nacional y principales generadoras de empleo. Rebajas impositivas y amplias líneas de crédito subsidiados.

Todo esto podrá ser posible si el primer día de gobierno se frena drásticamente la caída social. La situación en las barriadas (todo el mundo lo sabe) es gravísima.

El hambre en la Argentina es fácil de resolver para un gobierno popular, porque es solo una decisión política y no un problema de presupuesto.

Y no solo el hambre: al otro día de la asunción, habrá la logística necesaria para que los jubilados y jubiladas tengan a disposición sus medicamentos gratuitos.

¿Esto es todo?. No.

¿Esto es lineal?. No.

Es un camino largo, sinuoso, discutido, que deberá ser apoyado en estado permanente de alerta, precavidos de que hay sectores que resistirán, como siempre lo hicieron, a los procesos redistributivos.

Pero estamos ante una nueva oportunidad histórica que tendrá, en las elecciones del 27 de octubre, un momento de gran legitimidad. Como para arrancar, digamos.

 

*Periodista, productor de Puerto Base, Palabra Sindical / AGN Prensa Sindical

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