Opinión

El jornalero digital

*Por César Arese

Los antiguos jornaleros se agrupaban frente a las estaciones de ferrocarril, muelles y tranqueras esperando trabajar. Hoy, los jornaleros digitales se estacionan en plazas o frente a algunos comercios esperando trabajar.

¿En qué se diferencian? En los hechos, casi nada. Son conchabados a pedido, prestan servicios a favor de otro y bajo su organización y dirección, reciben una paga, ocupación ocasional y horarios variables. Sólo que en lugar de un capataz con el lápiz en la oreja, hoy se conectan con una plataforma o un algoritmo.

Pero en derechos, todo es distinto. A los jornaleros clásicos, se les reconocen desde hace 75 años condiciones de trabajo prefijadas, protección contra siniestros laborales, seguridad social, salarios mínimos, convenio colectivo y asociación sindical. A los rapitenderos, nada de esos derechos de mínimo trabajo decente. Pero además, los distribuidores deben correr tras la ilusión de un salario mínimo vital y móvil, son controlados por GPS, deben cumplir los objetivos prefijados, hacerse cargo de los gastos y de sus accidentes laborales, no tienen representación colectiva y, de pronto, pueden ser bloqueados. Su clave desaparece de forma violenta y el conchabo se esfuma algorítmicamente.

¿Es que no hay derecho para ellos? La Recomendación 198 de la Organización Internacional del Trabajo sobre la relación de trabajo los comprende dentro del conjunto de indicios de su art. 13: instrucciones y control de otra persona, integración en la empresa; trabajo personal, horario determinado, trabajo de cierta duración y continuidad, disponibilidad, paga una remuneración periódica al trabajador, etc.

La Ley de Contrato de Trabajo los abarca dentro del concepto de relación de trabajo dependiente de sus artículos 21 y 23 y, queda todavía, que son portadores de derechos humanos laborales de los artículos 23 y 24 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Para los rapitenderos, la tecnología avanza y el derecho retrocede.

 

13/12/2019

 

 

 

*Doctor en Derecho y director del libro “Nuevas Tecnologías, presente y futuro del Derecho del Trabajo”, 2019.

Fuente: Diario La Voz

 

 

Subir