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Al-Qaeda: nuevo líder, misma estrategia

*Por Guadi Calvo

Despejadas todas las dudas sobre la muerte del histórico emir de al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri, sorprendido por un misil norteamericano, en un piso franco de la ciudad Kabul, en julio pasado y tras por algunas declaraciones y publicaciones de la organización, que permitieron sospechar que la información de la CIA, no era correcta.

Pero, ahora sí, con la presencia cada vez más activa de Mohamed Salahuddin Zeidan, más conocido por su nombre de guerra Seif al-Adel, (espada de la justicia, en árabe) un ex teniente coronel de las fuerzas especiales egipcias, y un informe de Naciones Unidas, que respalda esa información, la muerte del sucesor de Osama bin Laden, está confirmada.

Y aunque Seif al-Adel, no ha sido, nombrado formalmente como el nuevo emir, un informe de la CIA, de enero pasado, dijo que si bien la sucesión de al-Zawahiri seguía “sin estar clara”, tras importantes debates en el interior de la shura (consejo) de al-Qaeda entre noviembre y diciembre, muchos de sus miembros habrían optado por el antiguo militar egipcio, quien ya opera de hecho como líder indiscutible de la organización. Por lo que Departamento de Estado, ha puesto una recompensa de diez millones de dólares estadounidenses, para quien conduzca a su detención o muerte.

El muy bajo perfil que al-Adel, nacido en 1952, que ha mantenido a lo largo de su carrera como muyahidín, le ha permitido mantenerse fuera del alcance de sus perseguidores, a pesar de ser extremadamente activo en la organización, responsable del planeamiento de muchas de las sangrientas operaciones que le han permitido a al-Qaeda, ser a lo largo de su evolución, una de las organizaciones terroristas más letales de la historia.

Se conocen muy pocas fotografías de él, a diferencia de sus dos predecesores bin Laden y al-Zawahiri, que parecían encontrar un placer particular en exhibirse en videos y fotos, además de producir de manera constante encendidos mensajes a sus militantes, contra los takfiris (apóstatas musulmanes) y amenazas contra los infieles simbolizando en todo lo que fueran los Estados Unidos.

Entre sus acciones más importantes se cuentan los atentados explosivos contra las embajadas norteamericanas en Tanzania y Kenia, que, en agosto de 1998, asesinaron a 224 civiles e hirieron a más de cinco mil. Por su responsabilidad en esos eventos, al-Adel, fue procesado y acusado por un tribunal estadounidense. Estuvo implicado en el asesinato del periodista norteamericano Daniel Pearl, sospechado de colaborar con la CIA, quién fue ejecutado en Pakistán en 2002.

Entrenó a parte de las tripulaciones suicidas que participaron en las demoliciones del once de septiembre en Nueva York. Además, al-Adel, veterano de la guerra afgana contra la Unión Soviética, ha sido responsable del entrenamiento de miles de reclutas de al-Qaeda en diversos campamentos de Sudán, Pakistán y Afganistán durante la década de 1990. Su presencia en Mogadishu, en 1993, habría sido determinante para el éxito de lo que se conoce como el incidente Black Hawk Down. En el que murieron dieciocho militares estadounidenses y obligó a la apurada retirada, de las fuerzas de paz de Estados Unidos y la ONU, de Somalia

Además de haber desempeñado durante años el cargo de jefe de seguridad de Osama bin Laden y más tarde antes del once de septiembre, reportó como jefe del comité militar de la organización wahabita.

Según el perfil que ha logrado trazar el FBI, del ex coronel egipcio, se sabe que es un hombre extremadamente estricto con sus hombres, con decisión a la hora del mando y brutal, casi despiadado con sus propios combatientes, si debe castigar las desobediencias y mucho más las deslealtades.

Se cree que al-Adel, formó parte del pelotón, de jóvenes oficiales del ejército, pertenecientes a la Yihad Islámica, que ejecutó en 1981, al presidente egipcio, Anwar al-Sadat, durante un desfile militar en El Cairo, el que era trasmitido en directo por la televisión nacional, por lo que fue visto en directo, por millones de personas alrededor del mundo.

El nuevo emir está asumiendo el control de una organización que, tras los ataques de Nueva York, inició un proceso de descentralización, por el que muchas de sus khatibas, como la somalí al-Shabaab y los sahelianos del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), convertidos, no solo en entidades semiautónomas, sino en las dos franquicias más letales de las que cuenta al-Qaeda.

Por lo que la tarea más importante a realizar al-Adel, dada su experiencia, y por ser uno de los pocos veteranos que sobreviven desde los orígenes de la organización y haber permanecido, durante décadas, muy próximo al comando central, tendrá que aportar orientación estratégica a las khatibas que operan en Medio Oriente, África y Asia, además de abocarse a los asuntos cotidianos de la organización. Aunque muchos consideran que está mucho más preparado para el planeamiento de operativos armados, que para tareas “admirativas”.

Domicilio desconocido

Si bien, obviamente la localización de un personaje del calibre del posible emir de al-Qaeda, y con las características secretistas de Seif al-Adel, no es un trámite sencillo, muchas versiones lo consigan como residiendo, desde hace años, nada menos que en la sureste de la República Islámica de Irán, bajo la protección del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica del país.

El actual emir de al-Qaeda, habría llegado a la nación chií, junto a otros cuatro líderes de la organización, en abril de 2003 y detenido a los pocos días, junto a varios de sus “hermanos” que vivían con él en una casa de seguridad en la ciudad de Shiraz, los que más tarde fueron utilizados por los Ayatolas, como moneda de cambio, por un diplomático iraní secuestrado en Yemen. Según algunas versiones occidentales, desde entonces al-Adel, continuaría viviendo en Irán, con libertad restringida.

Una información muy difícil de entender como verdadera, ya que las diferencias entre al-Qaeda, que milita en el wahabismo, la versión más atrabiliaria del sunismo, que considera takfir, cualquier expresión del islam, que no siga férreamente sus principios, y particularmente el chiismo, de la que Irán es el máximo exponente.

Irán, ha declarado en innumerables oportunidades “no apoya a los terroristas”, aunque en agosto de 2020, se informó, que el segundo del entonces emir Ayman al-Zawahiri, Abu Mohammed al-Masri, compañero de prisión en Irán de al-Adel, había sido asesinado en pleno centro de Teherán, por un comando del Mossad, siguiendo instrucciones de la CIA.

Hecho como precedente, llevaron al Secretario de Estado, de Donald Trump, Mike Pompeo, a declarar que: “Irán era el nuevo Afganistán para los militantes de al-Qaeda.”. Agregado un elemento más a la campaña de desacreditación del gobierno de los Ayatolas.

Aunque la contundente respuesta que la Fuerza Quds, de la Guardia Revolucionaria de Irán, dio en Siria, junto al ejercito del presidente Bashar al-Assad, el ejército ruso y las brigadas de Hezbollah, en la guerra contra las bandas terroristas financiadas por occidente, Arabia Saudita y Qatar para derrocar el gobierno constitución de al-Asad, dejó en claro el lugar en que se para Irán frente al terrorismo de cualquier signo.

Aunque, al igual que Irán, al-Qaeda, se encuentra en una guerra abierta contra el Daesh, en diversos escenarios, que van desde Afganistán a Yemen y el Sahel, aunque no es el único punto de coincidencia entre los Ayatolas, además de tener enemigos comunes, como los Estados Unidos, la monarquía saudita y los sionistas que ocupan Palestina.

De confirmarse que, finalmente, Saif al Adel, se convierta en el tercer líder de al-Qaeda y los grupos asociados realicen el baya’t o juramento de lealtad, Teherán, no toleraría esa presencia y terminen obligando a abandonar el país. Dejando a miembros de su familia como garantía, que su organización no ataque intereses iraníes. Y finalmente al-Qaeda global, continúe, con el nuevo líder, repitiendo la misma estrategia.

 

 

 

*Escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

 

3/3/2023

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