Opinión

Cuando mejor que decir es hacer.

*Por Gustavo Ramírez

Juan Carlos Schmid cumplió con lo que pre-anunció el 29 de agosto en el plenario de Secretarios Generales de la CGT.  Lejos de las versiones especulativas, el dirigente sindical dejó en claro que el paro general del 25 de septiembre representó el final de un ciclo dentro de la Confederación General del Trabajo. Su salida del Triunvirato es reafirmación de un período cumplido en un marco complejo para el conjunto del Movimiento Obrero.

Luego del paro del 25 de junio, entre idas y vueltas, la confirmación del Triunvirato era una duda enmarcada en una pregunta que el mismo Schmid configuró: ¿Para qué seguir? El interrogante se abrió a partir de las tensiones internas que daban cuenta de un proceso desgastado. No obstante, luego de esa huelga, la conducción de la CGT renovó los aires y pudo articular medidas encuadradas en la continuidad de un plan de lucha.

“El Movimiento Sindical, durante muy pocos períodos de su historia ha estado unido monolíticamente, porque siempre ha sobrevolado en el debate político y sindical las visiones de dos países, y esta no es una situación distinta hoy, son las visiones de dos países, de lo que no se hizo en el período anterior, de lo que falta y también de lo que se destruyó, como es el caso de particular de nuestra actividad, pero no voy a hablar de eso. Es importante que nosotros tengamos muy presente, muy claro cuáles son los límites, cuál es el alcance, porque estamos en el medio de una crisis”, dijo Schmid ese 29 de agosto, antes de convocar al paro general para el 25 de septiembre.

¿En qué clave se lee a la dirigencia sindical nacional cuando se la lee? ¿Existe un embate ideológico que obtura la compresión de los mensajes que emanan del Movimiento Obrero y desde la CGT? Las intrigas palaciegas pueden ser entretenidas para los enuecos mediáticos con aires de divas intelectuales, pero no son fieles a lo que ocurre puertas para adentro de la Central Obrera. No siempre los dirigentes que tocan pito y cornetas en los medios, luego, se ponen al frente de la lucha. El trabajo de Schmid pasó desapercibido para los ciegos de siempre. Una clave está en la construcción de los dos últimos paros. Con características disimiles ha tenido un sostenido protagonismo para su construcción.

“Todos saben que nosotros provenimos de una pequeña organización, y hemos atravesando el período anterior perdiendo gente, vimos como se hundía y se abandonaba nuestra flota, y no soy ningún tuerto para mirar con un solo ojo el proceso histórico, hubo un montón de cuestiones que fueron extraordinarias para la vida nacional, pero hubo políticas de destrucción y saben porque pagamos costos, porque quien les habla mantuvo una lealtad alrededor de una línea de conducta sindical distinta a  muchos compañeros que después se fueron porque decían que hacíamos política; y nos mantuvimos en esa postura y eso tampoco me convierte en un traidor, me convierte en un tipo consecuente, con mis errores, con mis defectos y con mis virtudes, yo soy un tipo consecuente, lo que digo lo sostengo con el pellejo “, aclaró Schmid en aquel Plenario de Secretarios Generales.

El Trinvirato es el resultado efectivo del retroceso del moyanismo cuando se impulsó a unidad de la CGT, allá por el 2016. La negociación implicó la inclusión de sectores que mantuvieron su cuota de poder tras la ida de un líder emblemático, como lo fue Hugo Moyano. El juego zigzagueante, sobre todo el de Antonio Caló, obligó a las partes en pugna a contener a la mayor cantidad de espacios posibles, en una unidad que en principio pareció algo más forzada que deseada, pero ante todo necesaria. El nacimiento de la nueva conducción era la consecuencia de pujas políticas internas donde las relaciones de fuerza se emparejaron a partir de pasos inseguros. En ese contexto desde el vamos los triunviros jugaron con desventaja. La mala prensa los acosó y le cercenó los márgenes de acción.

La renuncia de Schmid al Triunvirato no necesariamente tiene que ser leída unilateralmente como una ruptura. La clave está en el propio Schmid, cuando nos dijo:  El 25 de septiembre va a marcar todo el cierre de un ciclo y  hay que marchar al Comité Central Confederal para dar cuenta de la nueva etapa. Si esto se resuelve convocando a un Congreso para la renovación de autoridades y hay que elegir a un solo Secretario General yo espero que ahí se abandonen los sectores. Nosotros tenemos que elegir una conducción que esté a favor de los trabajadores. Si no se entiende eso, de nada va a servir que elijamos un solo Secretario General”. 

El código implícito de la acción sostiene la unidad. Pero no una unidad presurosa y afincada en la desesperación o el apriete externo. Si la CGT marcha hacia el unicato tendrá que ser una marcha racionalizada, elaborada a consciencia, una construcción arquitectónica que tonifique la geografía sindical en un territorio colapsado por un volcán a punto de estallar. Y en ese sentido vale la pregunta: ¿Dónde y cómo queda la conducción cegetista que permanece? ¿Para qué seguir?

Todo hace prever que en un tiempo cercano se confluirá en el Comité Central Confederal donde se buscará la salida institucional a este ciclo terminado. Por su parte, Shcmid continuará con su actividad como Secretario General de Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y como titular del FeMPINRA, una Federación con proyección de crecimiento. Lejos, por el momento, de maniobras sectoriales, buscará afianzar los lazos con los Movimiento Sociales y construir una unidad perdurable. El fin de una etapa no significa el cierre de una carrera ni el quiebre de espacios centralizados.  En los próximos días, el dirigente, partirá hacia Singapur para participar de un encuentro de la ITF. El Movimiento se demuestra andando porque mejor que decir es hacer.

 

*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical

Periodista: La Señal Medios/ Puerto Base/ Palabra Sindical/ Radio Gráfica

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